Las 7 necesidades esenciales de apego y la autoestima

En la entrada anterior, expliqué los diferentes estilos de apego, y cómo el desarrollo de un estilo de apego seguro entre el cuidador y el niño genera las condiciones óptimas para el desarrollo psicosocial de éste.

En la entrada anterior, expliqué los diferentes estilos de apego, y cómo el desarrollo de un estilo de apego seguro entre el cuidador y el niño genera las condiciones óptimas para el desarrollo psicosocial de éste.

Entonces, ¿qué tienen que hacer los padres para generar un apego seguro en el niño? Según Sylvester y Scherer (Sylvester, E. and Scherer, K. (2023). Relationship-Based Treatment of Children and their Parents. New York, U.S.A.: Norton & Company), hay siete necesidades relacionales básicas que, si se atienden, generan este ambiente propicio. Son las denominadas «necesidades básicas de apego»:

  1. Seguridad física y emocional: un ambiente tranquilo y seguro, tanto física como emocionalmente, transmite seguridad frente al peligro, así como la sensación de que los niños son dignos de ser protegidos y queridos.
  2. Consuelo: proporcionar consuelo en momentos de dificultad y estrés, contribuye a la creación de resiliencia en el niño. La resiliencia está basada en la experiencia repetida de que las dificultades son temporales y el niño es capaz de transitarlas, inicialmente con la ayuda y acompañamiento de su cuidador. Esta sensación de amparo es también la base de la conciencia emocional y la auto-regulación posterior del niño.
  3. Sintonía: esta cualidad se desarrolla cuando los padres reconocen, expresan y honran las experiencias emocionales del niño y resuenan con ellas de forma compasiva. Es la experiencia de «ser visto y valorado» por otro. La sintonía valida implícitamente las necesidades y los sentimientos del niño, haciéndole sentir que éstos son válidos y legítimos. Con el tiempo, estos niños son capaces, a su vez, de mostrar sintonía con otras personas, lo que tiene un impacto positivo en sus relaciones.
  4. Confiabilidad y consistencia: cuando los cuidadores son confiables y consistentes, los niños saben qué pueden esperar de esas relaciones y, por tanto, pueden confiar en ellas plenamente. Saben que sus padres están ahí y que pueden contar con ellos. En general, saben cómo van a reaccionar ante diferentes situaciones, lo que les produce calma y tranquilidad.
  5. Apoyo y motivación: mostrando confianza en las habilidades del niño, los adultos les ayudan a verse de forma positiva incluso ante circunstancias difíciles. Tomarse el tiempo y el esfuerzo de apoyarles y alentarles, les enseña que son valiosos e interesantes.
  6. Juego y diversión: un ambiente de juego y diversión ofrece a los niños la oportunidad de familiarizarse con emociones positivas y les permite practicar la habilidad de generarlas mediante su conducta.
  7. Límites y estructura: reglas claras, horarios y expectativas ayudan a crear un clima de seguridad y confianza. Saber lo que va a ocurrir en diferentes momentos y situaciones, permite al niño ir ajustándose y cumpliendo las expectativas que sus padres tienen de él. Esto le permite desarrollar su autoeficacia y autocontrol. También es la base que le permitirá fijar límites en sus relaciones con los demás, y comprender que los límites son parte de la vida.

Uno de los resultados más relevantes de un apego seguro es el desarrollo de un autoconcepto positivo. La base de la imagen que tiene el pequeño de sí mismo es cómo le hablan y tratan sus cuidadores más próximos. También influyen las experiencias directas del niño, y lo que el mundo les devuelve sobre ellos. Pero, normalmente, la retroalimentación que el niño recibe de sus padres (sobre si son «buenos o malos», «divertidos o aburridos», «listos o tontos») tiene más peso en la construcción de su identidad que las experiencias directas del niño con el éxito y el fracaso. Por eso, el autoconcepto, en muchas ocasiones, no es un fiel reflejo de la realidad de los atributos y habilidades del niño, sino de las historias que ha oído en su entorno temprano sobre él, de la mano de sus cuidadores.

Dado que el autoconcepto es relativamente estable durante la vida de las personas, como adultos muchas veces tenemos ideas fijas sobre «quiénes somos» y cuáles son nuestras habilidades que pueden interferir en la consecución de metas importantes. Un entorno temprano hostil e invalidante puede haber generado una historia de «no soy suficiente», «no valgo» o «tengo algo malo», que es más el reflejo de las limitaciones de los cuidadores que de los verdaderos atributos de la persona. En psicoterapia se puede trabajar con estas historias limitantes sobre uno mismo, indagando sobre el origen y la construcción de las mismas, y desarrollando habilidades para que dejen de ser un obstáculo en la persecución de metas importantes.

En conclusión, la generación de un apego seguro entre un niño y sus cuidadores pasa por la satisfacción de siete necesidades básicas (seguridad, consuelo, sintonía, confiabilidad y consistencia, apoyo y motivación, juego y diversión y límites) durante la infancia. Este entorno, crea las condiciones óptimas para el desarrollo psicosocial del niño. También crean los cimientos de un autoconcepto saludable y flexible.

Los problemas de autoestima en la edad adulta pueden trabajarse en psicoterapia. Para ello es útil comprender de dónde vienen estas historias limitantes, y desarrollar habilidades para que dejen de ser un obstáculo de cara a perseguir nuestras metas significativas.

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